A la hora de liderar un negocio, ¿qué crees que es más importante, los conocimientos o la actitud empresarial? En realidad, ambos son totalmente imprescindibles.
No podemos gestionar una empresa con falta de conocimientos, pero tampoco nos irá bien si no tenemos una buena actitud empresarial.
Si quieres saber cuáles son las cualidades necesarias para tener una buena actitud empresarial y cómo hacerlo para lograrlas, ¡sigue leyendo!
La actitud empresarial es tu posición como empresario o empresaria frente a los retos. Estos retos pueden ser tanto internos, del propio negocio, como externos.
Tu postura frente a los desafíos que se presenten tendrá mucho impacto en el éxito del negocio.
Así que es importante adoptar una actitud empresarial positiva, sabiendo detectar las oportunidades y generando nuevas ideas de manera proactiva. Es así como conseguirás mejorar los procesos de la empresa.
Tampoco podemos olvidar la resiliencia, la adaptación a las situaciones y cambios.
Una actitud positiva marca la diferencia entre un empresario y otro.
Si se mantiene un nivel alto de actitud, de optimismo, de estímulo, de llevar a cabo una gestión eficaz y de mantener unos objetivos definidos, se mantendrá un camino ascendente.
Tú debes dirigir tus pensamientos. Y a veces, hay situaciones en las que, en piloto automático, juzgamos a una situación o a alguien de manera negativa, cuando en realidad quizás no tenemos razón. Debemos reflexionar antes de actuar en caliente.
Te aconsejo que antes de juzgar te autoanalices previamente a culpar a alguien. El error, sin querer, lo puedes haber provocado tu mismo.
Las palabras se pueden malinterpretar y ayuda a no traer problemas si las dices con una buena actitud. Si no es así, puede atraer resultados contrarios. Por lo tanto, sé consciente de la importancia de la palabra para comunicar adecuadamente.
Cuando estás con tu equipo en la empresa, es de vital importancia las palabras que forman el mensaje que tú quieres transmitirles.
Al negociar con un cliente, no debemos dar pie a segundas interpretaciones de los acuerdos comerciales. Esto nos evitará problemas.
Lo mismo con los proveedores, banqueros, administraciones y cualquier profesional con el que tengas que interactuar.
Una misma palabra puede ser interpretada de forma opuesta si tu actitud es positiva o negativa.
Tú puedes conseguir lo que te propongas si tienes una actitud mental positiva y realmente te crees que puedes hacerlo.
No soy ni psicólogo ni psiquiatra. Pero he comprobado a través de los años con muchos clientes y en mí mismo que la energía que tenemos dentro, a través de nuestro cerebro, tiene tal fuerza que puede influir en otra persona.
En reuniones con equipos de ventas, en negociaciones con clientes, con proveedores o en conferencias, percibes esta energía y eres consciente de la influencia que ejerce en ti mismo y a la persona que tienes delante.
A veces cuando surge un problema en la empresa procuramos resolverlo de la manera que a priori nos parece más lógica. Pero hay problemas que periódicamente siguen repitiéndose en bucle y nunca terminan de solucionarse de manera definitiva.
Una buena actitud empresarial también implica pensar out of the box.
Fuera de lo estándar, de lo común. Así daremos, en muchas ocasiones, con soluciones más creativas a la vez que más resolutivas.
No estarás cayendo en los mismos errores de siempre. Saldrás de tu zona de confort para encontrar maneras innovadoras de enfocar los problemas.
Como bien has visto, la actitud empresarial es algo que puede entrenarse. Que puedes trabajar día a día para mejorar. Y poco a poco verás como muchos aspectos del negocio mejorarán, desde la relación con tu equipo hasta la resolución de los problemas o conflictos.
Y tú, ¿cuál es tu actitud empresarial?
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