¿Tienes claro cuánto cuesta producir tu producto o servicio? ¿Cuánto ganas con cada venta? ¿Sabes cómo calcular el coste de tu producto o servicio? Para una gestión de tu negocio óptima debes saber calcular el coste de producción para evitar problemas y que el negocio sea rentable.
Para poder fijar el precio de venta de tu producto o servicio debes tener claro cuánto te cuesta producirlo.
No importa si son productos físicos o servicios. Siempre habrá un coste de producción asociado.
A partir de aquí, podrás aplicarle el margen de beneficio que consideres. Y, solo así, sabrás cuánto dinero ganas por cada operación de venta.
Parece esencial saberlo, pero no siempre se tiene el control. Y entonces llegan las desagradables sorpresas, cuando vemos que no nos salen los números.
Es imprescindible saber calcular el precio del producto o servicio que ofreces basándonos en los costes reales que tiene tu negocio.
Hoy te explico como hacerlo con dos métodos distintos:
Este método asigna a los productos únicamente los costes que son directamente asignables.
Entendemos por costes indirectos aquellos que no intervienen directamente en la fabricación o la prestación del servicio.
Te expongo un caso práctico de un taller o pequeña fábrica que fabrica muebles, puertas, mesas y sillas.
En este caso, los gastos directos son:
Los gastos indirectos son:
Crea un Excel y clasifica los gastos mensuales de tu propio negocio en estos dos grandes grupos. Hay que clasificar los gastos en directos e indirectos para poder calcular el coste real del producto.
Vamos a ponerlo a la práctica. Lo haremos diferenciando dos criterios de cálculo, para que comprendas la diferencia.
En este primer ejemplo tenemos contabilizado que en un mes hemos vendido:
Por lo que nuestra Cuenta de Resultados es de 4800 € positivos al acabar el mes.
Para fabricar estos productos, tenemos unos gastos directos. Como hemos dicho antes, son la cola, la madera, los clavos y las horas que destinamos a producirlos.
Sabemos que:
Todo eso se resta de las ventas de cada producto y así obtenemos el beneficio que nos ha dado cada producto.
¿Y qué pasa con los costes indirectos? Esos como la factura de la luz, el alquiler del almacén… No podemos olvidarnos de ellos.
Así que en este método, lo que hacemos es restarlos de la cuenta final de resultados. No lo imputamos a ningún producto o servicio concreto.
Tu hoja de cálculo sería así:
En este segundo caso, lo que queremos hacer es repartir los costes indirectos en cada producto. Lo hacemos a través de un criterio que nos parece equitativo y con sentido común, según lo que estimamos que cada línea de producción requiere de esos gastos indirectos.
Así, repartimos también los indirectos en las diferentes líneas de producción:
Según el criterio, verás que los resultados obtenidos son diferentes en el Caso 1 y el 2.
El Caso 1 es más fácil de implementar porque no tienes que preocuparte por los costes indirectos. No estás teniendo en cuenta qué estás produciendo.
Pero el Caso 2 te da información más certera del beneficio que cada línea de negocio te está reportando, ya que quizá eres consciente que hay un producto concreto que requiere la gran mayoría de los recursos indirectos. Sea porque para producirlo se necesita más gasto energético, porque el renting de la maquinaria es más costoso…
Importante: a lo largo del tiempo tienes que aplicar siempre el mismo criterio para ser equitativos en nuestra política de precios y de márgenes.
Una simple hoja de cálculo, un Excel, te ayudará a tener claro el coste y el margen de cada producto. Será una herramienta muy eficiente que nos permite distinguir la diferencia de costes entre unos productos y otros.
A la vez, sabiendo el precio de venta, podemos calcular el margen que nos ofrece cada producto y ver cuál nos es más interesante de fabricar y vender.
Ahora vemos otro método para calcular los costes y márgenes:
En este caso, se asigna a los productos únicamente los costes que son variables. Es decir, aquellos costes que varían en función del volumen de actividad.
Recuerda que el volumen de actividad es la cantidad de producción que estás realizando en un período determinado.
Los costes que no son variables son los costes fijos. Son aquellos gastos que produzcas o no vas a tener igual en el período que estás considerando. Por lo tanto, al ser gastos, deberás incluirlos en la cuenta de resultados (pérdidas y ganancias).
Continuamos con el mismo caso práctico de un taller o pequeña fábrica que fabrica muebles, puertas, mesas y sillas. Así podrás compararlos.
En el caso práctico que te expongo, los costes variables son la madera, la cola, los clavos y el consumo de electricidad.
Los gastos fijos son el coste del personal, el alquiler, la amortización de las instalaciones, los gastos de limpieza, el coste del encargado y otros gastos de administración.
Clasificaremos los gastos en variables y fijos y podremos calcular el coste variable del producto.
Veamos ahora el ejemplo práctico. Lo vamos a diferenciar en dos criterios de cálculo.
Aquí vamos a asignar los costes variables relacionados con la producción de cada línea de productos (mesas, puertas, sillas…). Y llevamos los costes fijos directamente a restar como gastos en la cuenta de resultados.
En este caso, hacemos lo mismo que hacíamos con los costes indirectos. Lo único es que esta vez los consideramos gastos fijos.
A través de un criterio que nos parezca equitativo y con sentido común, repartimos también los fijos en las diferentes líneas de producción:
Según el criterio, verás que los resultados obtenidos por línea de producto son diferentes en el Caso 1 y el 2. Como vimos en el anterior método, tenemos que aplicar siempre el mismo criterio para ser equitativos en nuestra política de precios y de márgenes.
El Caso 2 solamente es aconsejable en dos escenarios:
A) Si tenemos muy claro el criterio de reparto de los costes fijos en las diferentes líneas de producto.
Si no es así, aconsejo no repartirlo.
Los incluyes directamente como gasto en la cuenta de resultados sin necesidad de repartirlo. Y así nos quedaríamos con el Caso 1.
Ten en cuenta que repartir costes fijos por líneas de producto sin tener claro el criterio de reparto, o que no sea equitativo, nos puede conllevar errores de eficiencia en la gestión de costes. Es más, puede influir negativamente en la política de precios y márgenes a seguir por tu empresa.
B) Si los costes fijos son muy elevados como para no tenerlos presentes en el coste del producto.
Si los costes fijos son realmente elevados, no recomiendo utilizar el formato del Caso 1, ya que dejamos al aire la imputación sobre los productos de un coste muy elevado como es el fijo.
Por lo tanto, en este caso concreto, yo aconsejaría hacer el cálculo por el método de los costes directos y ver cuál sería su resultado.
Así podremos aplicar el método que mejor se adapta a nuestras necesidades en función de nuestro modelo de negocio y de la clasificación de nuestros costes.
Si te surge alguna duda en tu caso concreto, será un placer que en el apartado de comentarios me la expongas y te la solucionaré.
Teniendo esta información calculada, te será más fácil ver si el precio de tu producto es adecuado. Si la venta de tus productos está resultando en los beneficios que esperas. E incluso decidir invertir más en una u otra línea de negocio.
Para poder calcular el precio de venta según el margen de ganancia que te interesa, te recomiendo echar un vistazo a mi artículo sobre técnicas de neuromarketing para definir el precio de venta.
En él te cuento cómo determinar el precio de venta teniendo en cuenta el precio psicológico.
¿Tienes alguna duda? ¿Te ha interesado el tema? Me encantará saber tu estrategia de precio y qué método utilizas para calcular el precio de coste de tu producto o servicio.
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